En la orilla, la gente se arrodillaba para rezar y ofrecer sacrificios. «¡Por favor, Dios del Agua, protégenos…!» Mientras tanto, bajo el agua, se escuchaba la voz de un joven diciendo: «¡Maldita sea! ¿Pueden dejar de sacrificarme doncellas? ¡De verdad no soy el Dios del Agua!»
Acompaña a este joven en su camino para convertirse en un dios y despertar el linaje definitivo.
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